Todos hemos visto la película Titanic. Más allá de sus clichés, la historia de amor trillada, de sus efectos “especiales” y el dramatismo de la banda sonora, la película toca un tema que se ha convertido esencial en mi forma de pensar. Titanic también se puede ver como la historia del Capitán Smith quien creyó que viajaba en el “barco insumergible” y quien destinó el barco a un fracaso rotundo. Una perfecta combinación griega de hubris y némesis. Se preguntarán por qué no titulé la entrada “la tragedia de ser vulnerable”. La historia del Titanic nos invita a pensar sobre lo bueno y malo de ser vulnerable.
Voy a comenzar por el final. Mi opinión es que es importante diseñar un mundo en el que nuestras opiniones, creencias, posiciones políticas, relaciones, teorías, incluso nuestra misma personalidad, sean vulnerables. A primera vista, esta parecería ser la peor idea de todas. Yo no quiero que un ingeniero diseñe un puente de manera tal que se pueda caer; no quiero viajar en un avión cuyo piloto se comporte de tal manera que incremente la probabilidad de que el avión se caiga. Tampoco quiero dejar de usar protector solar, o viajar al lugar con más prevalencia de malaria para así volverme más vulnerable a enfermarme. Y definitivamente no quiero un capitán que nos haga más vulnerables a estrellarnos contra un iceberg. Suena como la peor idea, pero no es así. La razón es simple: Si algo no es vulnerable, no se puede mejorar. En ingeniería la vulnerabilidad es inevitable. Todo objeto material eventualmente se daña o rompe ya que está sujeto a la Segunda Ley de la Termodinámica (“todo tiende al desorden”). Gracias a que las cosas se rompen, tenemos carros más seguros, computadores más confiables, casas más robustas, puentes y aviones que se caen menos. Sin embargo, si un ingeniero peca es porque no es consciente de las vulnerabilidades de lo que diseñó; no porque diseñó algo invulnerable, pues esto último ¡es una imposibilidad! Pero hay un ámbito en el cual la Segunda Ley de la Termodinámica no aplica, y es en el mundo de las ideas. Es en este ámbito donde el tema de la vulnerabilidad deja de ser tan obvio. ¿Cuántas de nuestras creencias son invulnerables? ¿Cuántas de las críticas que intercambiamos segundo a segundo son invulnerables (“mal si sí y mal si no”)? Puesto que las ideas no se rompen por sí solas (a menos de que sean gramatical o lógicamente inconsistentes), debemos diseñarlas de manera que sí se puedan romper. Es decir, las ideas deben servulnerables por construcción. Este principio no tiene nombre, pero yo lo llamo el principio de vulnerabilidad. El requerimiento de vulnerabilidad es el fundamento más importante de la Ciencia. No se puede mejorar nuestro entendimiento del mundo si proponemos teorías y creencias sobre el mismo que son invulnerables. Es la razón por la cual los científicos decimos constantemente, hasta el cansancio, que “la Ciencia no prueba nada”, ya que una prueba, irrefutable, como las que existen en matemáticas puras, es invulnerable, y por lo tanto inmejorable. El uso de las matemáticas en Ciencia no es para probar nada. Es para ayudar a la construcción de afirmaciones vulnerables, de manera que con un solo experimento u observación que refute la ecuación podamos invalidar nuestra teoría o hipótesis. ¿Cómo identificar una posición invulnerable? Al expresar una opinión, ya sea científica, cotidiana, política, o cualquiera, la pregunta obligada que debemos hacer es: “¿Qué cosa, evento, o suceso específico me haría cambiar de parecer?” Si la respuesta a esta pregunta no nos llega fácilmente a la cabeza, es porque probablemente hemos elaborado una opinión que es invulnerable, y por lo tanto debe ser revaluada o reconstruida. Los ejemplos típicos de creencias invulnerables son las teorías de conspiración. Acá va una: “La llegada a la Luna en 1969 fue un montaje”. Es fácil ver que para teorías de conspiración como ésta no hay evento, documento, filmación, u objeto que las puedan romper. Toda evidencia se puede argumentar que es parte misma de la conspiración. Las matemáticas no son la única manera de construir afirmaciones, desarrollar teorías o armar creencias vulnerables. Pero sin las matemáticas es más difícil aplicar el principio de vulnerabilidad. Las dinámicas sociales son, por ejemplo, menos susceptibles de ser matematizadas. Por eso es que hacer Ciencias Sociales es más difícil que hacer Física. La importancia de ser vulnerable desafortunadamente no la enseñan casi en ningún lado. Y es que enseñarla es difícil, y ponerla en práctica es todavía más. Nuestra cultura, además, nos exige ser fuertes e invulnerables. Después, para los que nos gusta la academia, los años de doctorado en ciencias se pasan, en gran parte, tratando de corregir esta tendencia, desarrollando y automatizando la capacidad de diseñar proposiciones, opiniones, experimentos y teorías que sean vulnerables por construcción. Bajo esta experiencia propongo trasladar la importancia de ser vulnerable a la vida cotidiana. Mi apuesta es que si esta idea nos la enseñaran desde que somos pequeños, nos ahorraríamos muchas de las discusiones y debates sin fin que nos inmovilizan. Cuando revelamos que nuestras ideas son vulnerables, revelamos una fortaleza, no una debilidad.
1 Comment
8/11/2022 08:39:04 am
Sağolasın bizi bilgilendirdiğin için. Gazipaşa transfer: https://www.alanyagroup.com/haberler/gazipasa-transfer-7-24/
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AndresFrom philosophy of science to the science of cities, and the messiness of existence. Archives
May 2022
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