"Diversidad" es una gran palabra. Una que sólo parece tener connotaciones positivas. Hoy en día, en universidades, empresas, películas, anuncios de publicidad, libros, conferencias, reuniones de trabajo, y mil más, se busca tener diversidad. Diversidad en todos los frentes: étnica, disciplinaria, religiosa, de género, de nacionalidad. Hemos convertido la diversidad en una característica sagrada. Aprovecho mi interés por la diversidad y sus beneficios socioeconómicos para invitar a una reflexión y una problematización de este tema.
Un problema potencial que veo en el discurso sobre diversidad es la combinación de dos elementos: la elevación de la diversidad como fin último y la falta de precisión en definir diversidad de qué. Si convertimos “la diversidad” en una finalidad en sí misma y no especificamos a qué nos queremos referir, ningún grupo de personas será suficientemente diverso. Diremos “mi grupo es muy diverso, porque tenemos gente de todas las disciplinas y religiones en iguales proporciones, mitad mujeres y mitad hombres”, y nos responderán “No lo es. Todas esas personas de tu grupo son de una sola nacionalidad y sólo hablan un idioma.” Cuando integremos gente de todas las nacionalidades y razas, nos dirán “Tu grupo todavía no es diverso. Todos en tu grupo creen en una sola causa y has excluido a personas con opiniones diferentes y por lo tanto tu grupo ha fallado en tener una diversidad de puntos de vista.” Y así sucesivamente. Si las críticas sobre falta de diversidad son infinitas, y no existe nada que podamos hacer para satisfacer a plenitud el requisito de diversidad, la validez de cada crítica se nulifica. Analicemos un poco más a fondo el tema. Por ejemplo la página web “www.google.com/diversity/” describe una iniciativa de Google por aumentar la diversidad en sus empleados. A la fecha de hoy, respecto al género, sólo el 30% son mujeres. Con respecto a la etnicidad, el 2% de los empleados en Google son negros, el 3% hispanos, el 31% son asiáticos y el 60% son blancos. Datos indudablemente preocupantes. (Los medios, no obstante, han celebrado la transparencia de Google al respecto.) Pero ¿Qué quiere decir Google cuando nos muestra que su fuerza laboral es poco diversa? La misma página web comienza afirmando que “[E]stamos trabajando hacia una red que incluya a todos”. En esta frase enfatizan la palabra “todos”. Me gustaría en cambio enfatizar la palabra “incluya”, pues cuando afirmamos que un grupo es poco diverso queremos decir que ciertas personas han sido excluidas del grupo. Al ver el tema de la diversidad desde el punto de vista de la palabra “exclusión” se traen a colación temas de discriminación, nepotismo, justicia, corrupción y racismo. Me parece entonces que el problema detrás del tema de la diversidad es que queremos, no un grupo diverso, sino uno inclusivo. La diferencia entre diversidad e inclusión es importante, pues la exclusión es un problema moral que se maquilla fácilmente con una cifra: la diversidad. No tener clara esta diferencia nos puede dejar ciegos frente a grupos que son diversos pero no inclusivos. Estoy consciente que dadas las diferencias estructurales en las oportunidades que diferentes grupos tienen de estudiar, trabajar, etc., la exclusión se combate imponiendo más diversidad. Y esto probablemente es bueno. No lo sé. Mi punto es que la diferencia entre diversidad e inclusión es importante desde el punto de vista conceptual. Me atrevería a decir que esta diferencia hace que preguntas sobre inclusión o diversidad sean muy distintas. Por ejemplo, me parece que la pregunta de si la inclusión es buena o mala es de carácter moral, mientras que la pregunta de si la diversidad es buena o mala es de carácter empírico. De hecho, preguntas sobre diversidad no están limitadas a los sistemas sociales, y hacen parte del día a día de biólogos y ecólogos. En contraste, preguntas sobre inclusión sólo tienen sentido en el contexto social. Las preguntas de diversidad deben venir acompañadas por las preguntas: “¿diversidad de qué, buena o mala para qué y para quién?” La pregunta empírica sobre si la diversidad es buena o mala tiene varios matices y todavía no tiene una respuesta concreta. La investigación de Richard Florida y Kevin Stolarick, por ejemplo, sugiere que ciudades en las que sus residentes son muy diversos étnicamente, ocupacionalmente, y en su nacionalidad, son más prosperas desde el punto de vista económico. No se sabe bien por qué esto es así, pero sí está claro que el desarrollo económico es un proceso de diversificación. Por otro lado, la diversidad se ha asociado con menor capital social. En particular, los estudios de Robert Putnam (quien acuñó el término “capital social”), muestran una fuerte asociación entre alta diversidad étnica y una falta de solidaridad, menos participación cívica, menores donaciones, menos confianza en la comunidad y en las instituciones locales, menos felicidad, entre otros. Que la diversidad beneficie la economía de una sociedad pero desarticule su capital social no es necesariamente una contradicción. El sicólogo social Jonathan Haidt atribuye los efectos negativos de la diversidad no a la diversidad como tal, sino a nuestros instintos tribales. Estos instintos funcionan de manera que altos niveles de cooperación y reciprocidad entre personas (la base del capital social) emergen cuando la comunidad tiene un sentimiento de “intencionalidad compartida”. Es decir, cuando comparten un sentimiento de unidad y de colaboración hacia objetivos comunes. Pero el énfasis explícito y excesivo que le hemos dado a la diversidad ha terminado por limitar las intenciones compartidas de muchas comunidades. Esto ha hecho que comunidades más diversas exhiban menos capital social. Todos estos son resultados recientes y deben ser tomados con precaución, pero tiene sentido pensar que debemos enfatizar en un grupo diverso no las diferencias sino las semejanzas. Toda esta discusión me lleva a la siguiente conclusión: debemos ser más inclusivos en nuestras organizaciones, sí, lo cual generará diversidad que resultará en prosperidad económica. Pero para no fallar en nuestra búsqueda de una sociedad mejor debemos enfatizar más los valores comunes y las intencionalidades compartidas, y menos nuestras diferencias y nuestra diversidad.
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AndresFrom philosophy of science to the science of cities, and the messiness of existence. Archives
May 2022
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